El consumo eléctrico inteligente en un hogar sostenible.

No solo la construcción sostenible hace que un hogar lo sea. El comportamiento de sus habitantes para con la responsabilidad que implica el consumo energético también es esencial a la hora de complementar lo que significa hacerse cargo de ese factor.

Los hogares sostenibles están preparados para tener un mínimo consumo, y aquello que consumen lo hacen mucho más eficiente gracias a las medidas tomadas tanto en el hogar propio como en el edificio; si este último es el caso, además, facilitará mucho más la eficiencia energética de todas las viviendas que lo compongan, en mayor o menor medida, en función de si es un edificio sostenible o rehabilitado para serlo (que no siempre tienen toda la disponibilidad de las medidas de eficiencia energética por sus propias características y la profundidad que se haya podido aplicar en la reforma.

Como decíamos, en muchos casos, recae en los propios usuarios de la vivienda la responsabilidad de ser eficientes y responsables con el consumo energético ya que nuestro comportamiento para con ello es lo que determinará que realmente estemos sacando partido a la situación ya las medidas de eficiencia energética que nos proporciona el hogar.

Cabe destacar que desde luego tendremos algunas ventajas, como por ejemplo que la calefacción y la climatización se requerirá mucho menos en la vivienda porque se aprovecharán al máximo las horas de sol mientras que la adecuada reforma hará que el viento incida menos en el propio edificio usando recursos naturales como árboles, por lo que se mantendrá mucho mejor la temperatura. Además, gracias a los aislamientos y las ventanas y puertas que impidan la pérdida de energía (los famosos puentes térmicos), aun gastaremos menos.

Pero, ¿qué pasa con nuestro comportamiento? ¿Y con la forma en la que utilizamos nosotros la energía, no ya los medios pasivos del hogar sostenible? Nos referimos a las costumbres de consumo, a la forma en que disponemos nuestros aparatos eléctricos, entre otras cosas. Cargadores, enchufes, electrodomésticos que pueden no estar certificados como los más eficientes, aparatos que permanecen en standby… gran parte de nuestro esfuerzo sostenible se puede perder por algo como eso, como no vigilar qué aparatos se quedan encendidos o en espera, cuáles no tienen una certificación que haga que su uso sea lo más eficiente posible, o aquellos que por fabricación se queden siempre consumiendo un mínimo de energía.

¿Realmente necesitamos supervisarlo todo?

Sí, desde luego, si queremos que la sostenibilidad sea un pilar de nuestro comportamiento para con nuestro entorno y que el vivir en un hogar sostenible o que quiera ganar en sostenibilidad sea lo más eficiente posible.

Para ello podemos recurrir a cambiar cuando podamos esos electrodomésticos que no tienen la mejor certificación energética, pensando siempre que se trata de una inversión a largo plazo puesto que en un principio puede parecernos que pagamos más por una nevera o una lavadora que parece casi igual a otra más barata. A la larga lo acabaremos notando. Igual es invertir en una forma fácil de controlar el gasto energético.

En realidad no necesitamos que la tele, la consola y demás estén conectados en standby continuamente, pero desenchufarlo todo puede parecernos un poco cansado. Así que podemos recurrir a algo tan sencillo como una regleta con interruptor que nos permitirá, sin tener que desenchufar nada, cancelar toda entrada energética en nuestros aparatos al irnos a dormir o a trabajar, sabiendo cuando se va a quedar la casa sin presencia que vaya a hacer uso de ellos. Algo tan sencillo como eso y recordar que los cargadores que no se estén usando deben desenchufarse y controlar cuántos aparatos se conecta a la vez puede ayudarnos mucho a controlar todo ese consumo o “microconsumo” que luego puede representar una diferencia para con nuestra factura energética. Lo mismo pasa con aparatos como el router que, cuando no estamos, siguen emitiendo su conexión. Apagarlo cuando no estamos nos protege del microconsumo tanto como de eliminar todo tipo de intentos de conexión por parte de los surfistas de la wifi.

Todas estas costumbres sostenibles , unidas a aprovechar las zonas con mayor luminosidad natural para situar nuestro lugar desde donde poder realizar el teletrabajo evitando así tener luces encendidas innecesariamente, puede hacer que la huella del coronavirus sea menor en nuestra factura energética.

Propósitos del año para un hogar sostenible.

A veces la mayor diferencia se hace con un pequeño gesto, gestos que no son más que actos de concienciación sobre lo que nos rodea, lo micro: nuestra casa, nuestro edificio, nuestra ciudad, y lo macro: como la situación climática, el mundo y la ecología, el futuro próximo, el que vamos a legar…

Esos pequeños gestos a veces pueden suponer esa diferencia. Y qué mejor momento que el principio de año y esa lista más o menos realista que nos ponemos de propósitos para empezar a sembrar.

¿Cómo hacer el hogar más sostenible?

Claro, lo primero que te viene a la cabeza es la palabra “gasto”. Hacer un hogar sostenible no siempre va a resultar barato… de entrada. Porque como ya hemos visto en otros post, una de las ventajas de la sostenibilidad en el hogar, adquirida (porque el edificio ya lo sea) o ganada (porque lo hacemos nosotros, en la medida de lo posible), es el ahorro que produce una vez que las medidas ya se han adoptado.

Luces: sustituir las bombillas fluorescentes e incandescentes (las bombillas de filamento de toda la vida) por bombillas de tecnología LED, iluminación indirecta… Lo importante es cambiarlo progresivamente para aprovechar la vida útil de cada componente.

Agua de ducha: un truco que te “sale gratis” es por ejemplo el almacenar el agua de la ducha que no sale caliente hasta que la caldera o termo arranque y dé el agua a la temperatura que queremos. Así esa agua la puedes aprovechar para regar plantas, para lavar o fregar…

Aislamiento: Los radiadores y estufas pierden mucha energía a través del suelo si no está bien aislado. Es un buen momento para plantearte poner una tarima flotante o parquet, y, si no podemos, poner alfombras aislantes en invierno para tapar la máxima cantidad de suelo posible.
En este apartado de aislamiento tenemos también las ventanas que es, quizás, la mejor inversión que puedes hacer: escoger un aislamiento sellado y de doble cristal. No te arrepentirás y ya no es tan caro.

Cisterna: cuando llegue el momento poner una cisterna de doble descarga ahorra muchísima agua.

Pintura: si te has planteado volver a pintar la casa puedes escoger pinturas más ecológicos sin añadidos sintéticos ni derivados del petróleo, ayudando así a sus productores y al medio ambiente, además de lo que ello representa para tu casa.

Electrodomésticos A++: siempre que te sea posible, si tienes que reponer un electrodoméstico, opta por uno con un certificado de gasto energético adecuado. El A++ te ahorra mucha energía en el uso del propio electrodoméstico.

Estos son algunos consejos para hacer más sostenible tu hogar, piso o casa. Hay mucho más que se puede hacer que también tiene que ver con los hábitos y con la forma de consumir, pero aquí te dejamos estas ideas como propósitos para este año 2020.

La eliminación de material en la rehabilitación sostenible.

La eliminación de material en la rehabilitación sostenible.

¿Cuáles pueden ser algunos de los elementos que se pueden encontrar en una rehabilitación sostenible de un edificio?

Existen numerosas prácticas usadas durante décadas de construcción masiva que no siempre han observado las mejores prácticas o las más seguras a largo plazo. A veces porque las repercusiones de los materiales no se han encontrado hasta años después y ahora se les está poniendo remedio, otras, porque eran los materiales que había en ese momento o formaban parte de la filosofía de construcción, diseño, etc., que en ese contexto se desarrollaba.

Se pueden encontrar, a la hora de realizar una rehabilitación sostenible  esa serie de materiales que habrá que remover en la medida de lo posible, algunos de forma obligatoria y otras para disponer en su lugar otros más sostenibles y que ayuden a reducir la huella de carbono de la construcción.

Radón: es un gas bastante pernicioso y radiactivo y que muchas veces está presente en determinados tipos de suelos, evaporándose lentamente y pudiendo afectar a la salud.

Amianto: que fue un material muy popular en las pasadas décadas y solo después de graves casos se ha determinado que provoca asbestosis y efectos aún peores, teniendo en cuenta que se desprende en forma de partículas diminutas que se pueden aspirar.

Pinturas y barnices: algunas de las cuales por su composición tanto por metales pesados como fenoles, formaldehídos, benceno, etc., producen efectos en la salud y puede afectar a todo el lugar, como es el caso del “Síndrome del edificio enfermo”.

Plástico: Material procedente del petróleo, el cual a pesar de que supone alto consumo de energía en la fase de producción y contaminación en su elaboración, tiene grandes aplicaciones en el sector de la construcción (estabilidad, ligereza, resistencia y asilamiento). No obstante, su tardanza en descomponerse (entre 100 y 1.000 años)  unido a sus características de producción y a su alto empleo en la construcción hacen que nos obliguemos a darle una segunda vida, como puede ser la realización de casas hechas con plástico.

Aislantes: los más utilizados en construcción son las espumas en forma de panel o de proyectado que al ser causantes de la reducción de la capa de ozono, los CFC se reemplazaron por otros productos que, a pesar de no afectar la capa de ozono, provocan el calentamiento global.

 

Pero de los aislantes tradicionales, han surgido otras alternativas más sostenibles, denominados aislantes naturales, como son la celulosa, el corcho o el cáñamo, que no afectan a la capa de ozono ni al calentamiento global.

Remover esos materiales, desecharlos con garantías y sustituirlos por otros sostenibles es un desafío de la construcción sostenible, concienciada, cuando se trata de rehabilitar edificios antiguos.

Jardines eficientes y sostenibles para hogares responsables.

En ocasiones tanto en comunidad como en casas particulares, tenemos la opción de disponer de un pequeño jardín, una zona de tranquilidad y naturaleza incluso dentro de la gran ciudad. Tener una de estas zonas verdes a nuestro alcance mejora notablemente el ambiente de nuestro alrededor, por no hablar del beneficio que supone habilitar otro pequeño pulmón que ayude a aportar aire puro en los alrededores y en la ciudad misma.

Estos jardines son ideales sobre todo cuanta más concienciación se tenga de la eficiencia y sostenibilidad que deben tener: el cuidado del jardín, las cantidades de agua, las especies, la ordenación y la intencionalidad del mismo son esenciales para que se atengan al concepto de lo sostenible. Mientras un metro cuadrado de césped requiere de 61 litros de agua, así que lo mejor es optar siempre por especies autóctonas de la zona que normalmente son las más preparadas para enfrentarse al clima del que disfrutamos.

Poder almacenar agua de lluvia puede ser una idea de aprovechamiento del clima además de elegir un sistema de riego eficiente como un riego por goteo o de exudación, siempre observando los patrones naturales de clima y tierra de la zona para poder ser lo más eficientes posible. Las variedades de flores autóctonas también serán ideales porque son especies adaptadas al clima de la zona y suelen ser más resistentes a las plagas. En caso de plagas, al tener una flora autóctona podemos recurrir a pequeños depredadores controlables que nos ayuden a mantener vivo y bonito el jardín.

Además las hojas muertas y otros desechos que puedan surgir del jardín producto de la poda, etc, pueden ser aprovechadas para compostar y crear así un abono que beneficie a las plantas y al jardín en general conforme lo necesite en los diversos momentos, aprovechando al máximo todo lo que surja del propio jardín.

Otoño en un hogar eficiente

Cuando entras en tu casa, pongamos que en un hogar eficiente, sostenible y responsable, a las puertas del Otoño, sientes que no hay una ruptura de sensaciones.
¿Cuántas veces has llegado a casa de algún familiar o amigo y al entrar has notado un brusco cambio de temperatura? O entrar a un zaguán oscuro que te impide ver, notar mucho frío de golpe, notar humedad, calor o bochorno… Estas sensaciones muchas veces ocurren porque hay una fuerte diferencia entre el exterior y el interior de los distintos hogares en función de su construcción, de su aislamiento y características.

Pero cuando llegas a tu casa y esta es eficiente, encuentras que esa ruptura es mínima. Te recibe una temperatura constante, sin necesidad, a principios del otoño, de conectar la climatización, y más adentrado, cuando el viento empieza a soplar frío y las nubes se aglomeran en el cielo con las tormentas y aguas de esta estación, hace falta solo un mínimo para tener la casa caldeada, y el impacto de ese consumo energético también es mínimo porque todo el lugar está optimizado.

Las tormentas, el frío y el viento no harán tanta mella porque la casa está bien aislada. Con una iluminación basada en bombillas LED o de bajo consumo disfrutarás incluso de esas tardes en las que la lluvia lava la ciudad, la oscuridad es cada vez mayor, y en el interior del hogar todo está preparado, sin corrientes de aire de otras ventanas que supongan un escape del calor o del aislamiento, con ventanas preparadas de doble cristal y también jugando con la jardinería: los propios árboles frente al edificio cortan el acceso del viento contra el lugar minimizando su impacto contra los muros y la pérdida de calor.

Ese es uno de los puntos más importantes: reducir la pérdida de energía, siendo lo más óptima posible y utilizando además los medios más adecuados para ello. Desde su propia concepción el edificio considerado sostenible reduce al máximo su impacto y huella de carbono, más allá de la construcción llegando incluso a la consecución y obtención de los materiales con que se realizará.

Tener y vivir en un hogar sostenible y eficiente va más allá de estar a gusto en ese lugar o que reduzca sus emisiones y que sus habitantes estén concienciados: es un compromiso de futuro en el que nosotros creemos.

Mobiliario urbano sostenible

Mobiliario urbano sostenible

En los avances hacia la sostenibilidad urbana también tienen que afrontar diversos desafíos, muchos de ellos heredadosde un momento histórico en el que en la arquitectura y diseño urbanos se desentendían de los conceptos del aprovechamiento de las posibilidades ambientales circundantes, decantándose por solventar los problemas con gasto energético.

Algunos de esos desafíos ya se han empezado a atacar gracias a los avances tecnológicos sobre todo en materia energética, precisamente, con recursos que gastan menos dando igual o mejor resultado que los ya presentes y empezando a sustituirlos. Desde los alumbrados LED hasta los parquímetros solares, elementos diversos que provienen del reciclaje y el buscar soluciones directamente en la naturaleza como el incremento de las zonas verdes para aumentar la calidad del aire.

Los avances prosiguen y junto a la obra pública cada vez más sostenible, el mobiliario urbano con esas características también se deja ver y evoluciona. Lo que en un momento nos pareció futurista en pocos años se convierte en habitual, desde las marquesinas emisoras de wifi pública a bolardos de caucho reciclado. Hay iniciativas como Life Future que ayuda a los municipios a la hora de incluir las cláusulas ambientales sobre mobiliario urbano en las licitaciones.

Y es que la investigación en este ámbito y la ejecución de las obras por parte de empresas altamente concienciadas solo llevan al punto en que se mejore la calidad de las ciudades a nivel de sostenibilidad, mejorando también, de paso, el consumo energético y fomentando la aparición de más infraestructuras y exigencias en sostenibilidad coherentes con la evolución actual de las propias ciudades. Todo para los ciudadanos, para los que habitamos el planeta, por los recursos y cuantos se ven afectados por la disminución de estos.

A veces el comienzo parte del microuniverso, de algo como instalar luces LED en tu propia casa e ir implementando en la medida de lo posible cada vez más mejoras. Ir de dentro afuera y dejar que lo de fuera permee en lo de dentro para hacer de este un mundo que cada vez acuse menos nuestra huella de carbono y donde respirar aire limpio no sea una hazaña.

Y es que cada vez más debemos mirar por la disminución de CO2 en la atmósfera y el mantenimiento de recursos y reutilización de estos. Este es el caso del empleo, en algunas zonas de pavimentos formados por baldosas que se fabrican con los residuos procedentes durante la producción del acetileno, y que incorporado a pavimentos y fachadas hace que esas superficies adquieran la capacidad de absorción del CO2, siendo además un producto en el que el 100 % es material reciclado, presentando así un beneficio añadido.

Es la calidad del mobiliario urbano la que hace también su parte en estas ciudades que cada vez tienden más al modelo de Smart City, donde el propio mobiliario participa, es funcional y creado con base no solo en la sostenibilidad sino en mejorar el ambiente que lo rodea. No por tener wifi, en sí, sino por tener, por ejemplo, capacidad de filtrado de aire, eliminación de contaminación o mejora de la información sobre la propia ciudad.

Cambios sostenibles en las ciudades

Cambios sostenibles en las ciudades.

Como empresa dedicada a la construcción y haciendo hincapié en la sostenibilidad, vemos (a la par que deseamos más) los cambios que se van produciendo en los modelos de las ciudades buscando la sosteniblidad. Ya no por la construcción sostenible de edificios o la rehabilitación de edificios con parámetros de sostenibilidad, sino también en la conecptualización de los espacios urbanos.

Si bien el cambio ya está en marcha aunque no con la velocidad que a todos los preocupados por este punto nos gustaría, podemos ver que el énfasis en los diversos procesos empieza a dar sus frutos. Que a todos nos gustaría que se declararan las ciudades, como el caso danés, como ciudades sostenibles. Pero no siempre es posible. Ciudades monumentales como Granada, Toledo, Barcelona o Sevilla pueden tener algunos inconvenientes porque el patrimonio histórico es delicado, pero siempre hay soluciones que implantar. Si algo ha demostrado la sostenibilidad es que siempre es posible en mayor o menor grado. Poco a poco pueden ir asomándose, con los cuidados y medidas adecuadas al Green City Index y la red de ciudades inteligentes.

A todos nos agradaría sumamente encontrar ya los huertos urbanos, los jardines verticales, la aplicación efectiva de las TIC en todo su potencial. Son cambios e implementaciones que se dan progresivamente y cada vez más.

Estos cambios se deben sobre todo a la concienciación, a la información evidente de los cambios a nivel clima y ecología que hacen cada vez más necesaria una intervención sostenible en las urbes. No ya solo en los edificios sino también en la forma de entender la obra pública que facilite la construcción y actualización de las mismas con métodos lo menos perjudicial posible. Muchos son los adelantos en ingeniería, arquitectura, mecánica, electricidad y nuevas tecnologías que pueden facilitar este punto e integrarse en un todo para hacer ese ambiente urbano lo más amigable posible al ecosistema y el entorno.

Todo es posible y mejorar el desarrollo de las ciudades es cada vez más urgente, además de posible.

La emisión de CO2, las Smart Cities, el consumo racional de agua y electricidad, la profusión de zonas verdes, el alumbrado público, la actualización de los edificios públicos, la protección del patrimonio cultural y su difusión, el transporte y el mobiliario urbano, el empleo de materiales que favorecen la sostenibilidad…  Cada una es una pequeña conquista que expandir a otras ciudades y potenciar, mejorar, buscar hacer el menor impacto en nuestro alrededor sin renunciar a las comodidades y al avance.

Porque es posible, UC10 cree y apuesta por ello.

La luz en los edificios sostenibles

Uno de los elementos más importantes en la sostenibilidad es sin duda la luz. La luz natural está íntimamente ligada a la planificación y creación de espacios sostenibles y es algo que podemos comprobar en cualquier edificación de este tipo, donde preponderan los techos altos, los grandes ventanales, los espacios diáfanos que producen un gran aprovechamiento de la luminosidad diurna en su espacio.

¿Por qué es tan importante para una edificación sostenible?

Principalmente porque es un recurso natural renovable que permite suministrar una buena iluminación a toda la construcción previo estudio. Previo estudio porque no vale cualquier localización. Uno de los puntos más importantes es la ubicación del espacio donde se va a construir para estudiar el entorno, las elevaciones y la orientación más óptima al espacio y de esa manera favorecer que en dicha construcción sostenible va a haber un suministro de luz lo más aprovechable posible.

Y aunque no ha sido siempre una prioridad, puesto que la forma de construir hasta hace poco era “plantar” el edificio y la luz exterior era casi accesoria en muchos casos, al tenerlo en cuenta en los espacios sostenibles se puede gestionar desde cuántas horas de luz se va a tener por estación hasta cuánto ahorro a suponer ello en iluminación artificial.

Porque ese es el segundo punto importante.

Nada suple la luz natural a la hora de iluminar un espacio interior, pero tanto en las horas de oscuridad como en algunas del día en los que el sol cambia a una trayectoria menos óptima para los interiores, van a hacer falta luminarias interiores en la vivienda.

Esas luminarias interiores serán elegidas específicamente por su durabilidad y sostenibilidad, además de su colocación estratégica para maximizar la iluminación que proporcionarán a la vivienda u oficina, de tal forma que la estancia posea la luz necesaria y suficiente para llevar a cabo una cierta actividad, pero sin llegar al exceso.

Protección de la luz.

Otro aspecto importante es la colocación de láminas protectoras en las ventanas para proteger el interior de la influencia de los rayos UV, que además ayudarán a matizar la luz evitando deslumbres que haga que se quiera opacar la entrada de luz, buscando un tono de iluminación de luz natural lo más agradable posible.

La luz en definitiva es una de las mejores herramientas que disponemos en el interior de una construcción sostenible.

Los pequeños gestos de sostenibilidad

A veces los pequeños gestos tienen más efectos que las grandes campañas de concienciación. No se trata de ir de puerta a puerta hablando de los beneficios de la sosteniblidad y la conciencia ecológica. En la rehabilitación sostenible de edificios, muchas veces, una simple conversación puede hacer más que una gran campaña publicitaria. Porque el factor humano importa.

Es más efectivo mostrar. Mostrar que los edificios con un adecuado aislamiento, aunque sean de antigua construcción mejoran enormemente la calidad de vida de sus habitantes. Que los jardines que se pueden habilitar en terrazas, ojos de patio, azoteas, ayudan a reducir las temperaturas a crear pequeños pulmones verdes que, si se fueran esparciendo, ayudarían en mucho a arreglar y mejorar el entorno incluso de las grandes ciudades.

A fin de cuentas la sosteniblidad no es solo para los edificios de obra nueva, con un presupuesto millonario y una ubicación privilegiada o con mucho potencial. Se puede aplicar igualmente a los edificios ya construidos y con una empresa de rehabilitación sostenible debidamente certificada, optar por convertirlos, más con gestos que con conceptos, en edificios más sostenibles, responsables, adecuados. Y a la vista de los demás. Porque ese pequeño gesto de cambiar aislamientos, sustituir luces por LEDs, cambiar los acristalamientos por otros más aislantes que reduzcan la ruptura del puente térmico, ese hecho es más convincente que cualquier folleto.

Porque la sostenibilidad se ve, igual que se ve la contaminación. Se ve que es una inversión, pero también que es una apuesta de futuro. Las placas solares o la energía aerotérmica son formas de concienciarse y formalizar esa apuesta.

El mundo cambia, evoluciona, la sostenibilidad ya no es una opción, tiene que convertirse en una necesidad para poder paliar lo que vemos, lo que respiramos, para tener ciudades cada vez más responsables y adaptadas a los cambios actuales y futuros y en nuestra concienciación, en nuestros pequeños pasos, está el cambio.

La boina de la ciudad

Es esa mancha gaseosa marrón-negruzca que como una tapadera acecha la ciudad. Y ese no va a ser un buen día. Normalmente lo vemos a primera hora pero a veces también al atardecer, y sobre todo en otoño-invierno. ¿Por qué en estas fechas? Porque es cuando más contaminantes se liberan a la atmósfera, sobre todo por parte de las calefacciones y los coches.

La boina está formada por óxido de nitrógeno (NO2) y partículas respirables en suspensión conocidas como PM10 y que es lo que llega a parar a nuestros pulmones. Y siempre se da en esos breves lapsos de bonanza que se producen en esas dos estaciones, puesto que el tiempo anticilónico hace que la contaminación “se atasque”, pues las altas presiones no las dejan salir, y la ausencia de vientos y lluvia impide que la atmósfera se “lave” precipitando esos contaminantes al suelo (lo cual tampoco es la más feliz de las ideas). Estamos en un círculo muy difícil de combatir. Ciudades como Copenhague han sido declaradas como las más responsables al velar por que esto no se produzca. Primer Mundo. Ciudades como Calcuta, Mumbai o Beijing son algunas de las que tienen alertas de “atmósfera tóxica” o “no respirable” y los que, porque no queda otra, tienen que salir, lo hacen con máscaras con potentes filtros, como en las más agoreras fantasías cinematográficas de Netflix y otras productoras (IO, Terra Nova…).

El camino de la sostenibilidad.

Es esa ruta que, sin ser fácil permitiría combatir la situación. La sostenibilidad tanto en nueva construcción como en rehabilitación, aprovecha todos los medios a su alcance para lograr que un espacio habitable consuma los mínimos recursos posibles pero maximizando la comodidad de sus habitantes. Y no solo durante su periodo de uso sino ya en su propia conceptualización y construcción. La idea es aprovecharlo todo: luz natural, recursos naturales como jardines, árboles y vegetación, ubicación, elevación del terreno y distribución de las viviendas, todo orientado a necesitar lo mínimo en factores climatizadores y de gasto contaminante de energía en pos de un equilibrio que podría ayudar a luchar contra esa boina entre otras cosas.

Es un trabajo a largo plazo: no se puede adaptar todo de la noche a la mañana. Queda por delante un largo trabajo de concienciación, una dura labor de convencer y mostrar lo que la sostenibilidad y los certificados energéticos pueden hacer por la habitabilidad y mejora del medio ambiente. Pero es nuestra lucha, y en ella seguiremos.