La boina de la ciudad
Es esa mancha gaseosa marrón-negruzca que como una tapadera acecha la ciudad. Y ese no va a ser un buen día. Normalmente lo vemos a primera hora pero a veces también al atardecer, y sobre todo en otoño-invierno. ¿Por qué en estas fechas? Porque es cuando más contaminantes se liberan a la atmósfera, sobre todo por parte de las calefacciones y los coches.
La boina está formada por óxido de nitrógeno (NO2) y partículas respirables en suspensión conocidas como PM10 y que es lo que llega a parar a nuestros pulmones. Y siempre se da en esos breves lapsos de bonanza que se producen en esas dos estaciones, puesto que el tiempo anticilónico hace que la contaminación “se atasque”, pues las altas presiones no las dejan salir, y la ausencia de vientos y lluvia impide que la atmósfera se “lave” precipitando esos contaminantes al suelo (lo cual tampoco es la más feliz de las ideas). Estamos en un círculo muy difícil de combatir. Ciudades como Copenhague han sido declaradas como las más responsables al velar por que esto no se produzca. Primer Mundo. Ciudades como Calcuta, Mumbai o Beijing son algunas de las que tienen alertas de “atmósfera tóxica” o “no respirable” y los que, porque no queda otra, tienen que salir, lo hacen con máscaras con potentes filtros, como en las más agoreras fantasías cinematográficas de Netflix y otras productoras (IO, Terra Nova…).
El camino de la sostenibilidad.
Es esa ruta que, sin ser fácil permitiría combatir la situación. La sostenibilidad tanto en nueva construcción como en rehabilitación, aprovecha todos los medios a su alcance para lograr que un espacio habitable consuma los mínimos recursos posibles pero maximizando la comodidad de sus habitantes. Y no solo durante su periodo de uso sino ya en su propia conceptualización y construcción. La idea es aprovecharlo todo: luz natural, recursos naturales como jardines, árboles y vegetación, ubicación, elevación del terreno y distribución de las viviendas, todo orientado a necesitar lo mínimo en factores climatizadores y de gasto contaminante de energía en pos de un equilibrio que podría ayudar a luchar contra esa boina entre otras cosas.
Es un trabajo a largo plazo: no se puede adaptar todo de la noche a la mañana. Queda por delante un largo trabajo de concienciación, una dura labor de convencer y mostrar lo que la sostenibilidad y los certificados energéticos pueden hacer por la habitabilidad y mejora del medio ambiente. Pero es nuestra lucha, y en ella seguiremos.