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Bosques urbanos y sostenibilidad en la ciudad.

Concienciarse sobre los edificios sostenibles es el primer paso. Tener la suerte o procurar vivir en uno, es un paso más hacia la participación activa  o pasiva en los proyectos de sostenibilidad. No solo por el ahorro que supone vivir en ellos, sino también por el compromiso: al apostar por reducir la huella de carbono se presenta la oportunidad de continuar con actos como el reciclado, la responsabilidad hacia el medio ambiente y la apuesta por una ecología urbana mejor.

Varias veces se ha alertado sobre las boinas y la capa de contaminación que se producen en las grandes ciudades. Y no son pocos los proyectos que apuestan por combatirla, más allá de regulando el tráfico, con ese principio que los edificios sostenibles propugnan en su arquitectura: incluir los espacios verdes en su estructura.

Porque un edificio sostenible aprovecha la presencia del jardín, como hemos visto en otro post, con diversos fines, desde el desestresante a las razones prácticas como la protección contra el viento o la disminución de las temperaturas en verano; máxime utilizando formas sostenibles de cuidar ese jardín como el uso de aguas grises y de lluvia para su mantenimiento o la creación de espacios xerófilos.

Y en las ciudades puede hacerse (y en algunas ya se está haciendo) lo mismo con la presencia de más zonas verdes. Pero no zonas verdes cualesquiera: muchos lugares están abogando por la presencia de bosques urbanos que realmente contribuya a suponer un nuevo pulmón para la urbe. En las últimas noticias pudimos ver cómo la presencia de zonas verdes redujo la contaminación de CO2 en Madrid de forma cuantificable.

Apostar por esos bosques urbanos es expandir el concepto de sostenibilidad de los edificios responsables hacia la urbe, hacia un futuro mejor en el que ese compromiso sea la norma, para poder dejar algo hermoso a nuestros descendientes que puedan heredar y disfrutar sin preocuparse de si el aire se podrá respirar.