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oficina sostenible

Cuando trabajas en una oficina sostenible.

Hace un día de calor tremendo y la ciudad arde. Multitud de motores de aires acondicionados temblequean en las fachadas y aumentan la temperatura. Pero giras a la izquierda y llegas hasta el complejo de edificios en los que se encuentra la oficina.

La oficina se encuentra en un edificio sostenible y destaca entre los demás edificios: en sus cercanías hay jardines y fuentes de agua reciclada, y la temperatura desciende notoriamente al llegar hasta la entrada.

Ya en su puesto, lejos de los cubículos de los edificios de oficinas habituales que lo que buscan es siempre la máxima eficacia en el trabajo, dejando aspectos como la comodidad y el equilibrio persona/entorno de lado, en un segundo plano, la oficina donde ha entrado a trabajar hace poco es un espacio amplio y diáfano, con mesas distribuidas para que les de la mejor iluminación pero sin que llegue a estorbar, y desde la que puede ver tanto la explanada del exterior, matizada por los filtros de los cristales aislantes, que no dejan que el calor y el frío entren con toda su crudeza, y a la vez es un espacio no solo de trabajo, sino de producción eficiente, puesto que es cómodo y se puede trabajar sin las agobiantes luces frías fluorescentes o el sol entrando a raudales.

En la oficina no solo se cuida que el aire siempre sea fresco y haya buena ventilación, sino que además se favorece, con una estructura más libre de la organización del trabajo y los puestos el intercambio de ideas y la colaboración, con sofás y varias mesas informales de reunión, sin lugares fijos, para poder llevar el ordenador portátil donde te apetezca trabajar. Y es que así, es mucho más fácil. Te dan ganas de quedarte más tiempo.

Se tardó un tiempo en adaptarla, no fue de un día a otro. No fue crear un espacio libre y diáfano de la noche a la mañana sino que empezó por deshacer esa estructura heredada de la Teoría de la Organización del Trabajo a la de trabajar con personas, a la de que el trabajo, que no es la recogida de basuras, que no es la creación de jardines haga pensar igualmente en ello.
También se hizo una reforma en profundidad, sustituyendo hasta la pintura de las paredes por otra libre de plomo y otros agentes que podían influir en la salud.

Cada vez más se potenció el trabajo contra la nube, eliminando el papel en lo posible, utilizando tecnología, optimizándola para que el consumo eléctrico fuera menor, poniendo lugares de reciclado, porque, en el fondo, no cuesta nada.

Todo empieza por un gesto, pero un solo gesto puede desencadenar una reacción a mejor, incluso en un lugar como el entorno de trabajo.

Porque la inversión de hoy en esa sostenibilidad, piensa, son los réditos de mañana, es asegurar que un poquito más se ha conseguido y que poco a poco se puede cambiar.